Es esa sensación la que me aterra, estoy sola en esto, dependo sólo y únicamente de mí, y eso me da miedo. Ahora no tengo esa ayuda detrás de mí para apoyarme al levantar, ni siquiera esa mirada consoladora de: Sé fuerte, puedes con todo lo que te propongas".
Es muy fácil mirar por la ventana de tu cuarto y dejar viajar la mente, ahí, en casa, todo es más fácil.
Yo, ahora miro por la ventana y todo es extraño, no hay ningún atisbo de familiaridad ni cariño hogareño. Supongo que son pequeñas consecuencias de crecer y madurar, aunque claro, lo mío es voluntario y temporal.
Por esa misma razón, nunca, y sí, digo nunca juzgaré a un inmigrante antes de oír su historia. Lo que tiene que decir y no puede o tiene miedo de contar.
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